En cada rincón de Resistencia, la desatención se manifiesta en la forma de basurales que crecen de manera descontrolada.
Recorriendo las calles del centro y los barrios de Resistencia, la decadencia se hace evidente. Basurales de semanas se acumulan en esquinas y frentes de casas, mientras bolsas desgarradas desparraman desperdicios. Árboles caídos, escombros y ramas se entrelazan en un panorama desolador. Añadiendo a la problemática, los basurales no solo contaminan, sino que también son presa de llamas que agravan la situación. En los espacios públicos, los pastos alcanzan alturas alarmantes.
Casi un mes después de la asunción de nuevos líderes en Resistencia, la ausencia municipal se torna más palpable. Los vecinos claman por la presencia del municipio en servicios básicos, pagados puntualmente mes a mes. Esta negligencia no solo propicia la proliferación de basurales y pastizales, sino que también desencadena una amenaza latente de enfermedades virales e infecciosas, exacerbada por las frecuentes lluvias. La sociedad se encuentra ante un peligro inminente, y la necesidad de acciones urgentes y efectivas es imperativa. ¿Hasta cuándo Resistencia enfrentará esta crisis desatendida?