Durante los últimos meses se ha observado una cierta estabilidad en el precio de la carne vacuna, con incluso un decrecimiento en términos reales durante el año en curso. Sin embargo, según los expertos, esta tendencia de estabilidad podría quebrarse próximamente debido a una serie de factores que empezarán a hacer presión sobre los costos de este insumo crucial.
Históricamente, la carne ha sido uno de los factores inflacionarios más relevantes, y las predicciones actuales indican que podría ser importante en la configuración de una subida de precios en el país.
El economista Franco Artuso del Ieral Fundación Mediterránea ha señalado que, curiosamente, la carne vacuna fue uno de los elementos con menor influencia en el incremento de precios al consumidor hasta la fecha.
A pesar de esto, su precio en términos reales ha caído un 15% respecto a diez meses atrás, lo que ha llevado a que el consumo de carne baje un 20%, alcanzando cifras mínimas nunca vistas. Esta situación, paradójicamente favorable para el consumidor, parece destinada a cambiar en un futuro cercano.
Desde la perspectiva de la oferta, varias circunstancias impactan de manera directa en la producción y podrían ocasionar un incremento en los precios de la carne. Se ha registrado una caída del 9% en la producción durante los primeros meses del año, al mismo tiempo que el valor de la hacienda en pie ha subido entre un 7% y un 8% de manera real.
Sumado a ello, se espera una corrección al alza estacional en los precios a lo largo de los próximos meses.
Además, un factor a tener en cuenta es el posible cambio en la dinámica de consumo hacia las exportaciones. La reciente reducción en los aranceles de productos cárnicos implica que los productores podrían elegir redirigir una parte significativa de su producción hacia los mercados exteriores, lo cual repercutiría negativamente en los precios internos al incrementar la escasez del producto en el mercado local.
En el plano de la demanda, un futuro más optimista desde el punto de vista económico podría jugar el papel contrario. El pronosticado repunte de la actividad económica habrá de devolver a las familias hacia sus patrones típicos de consumo, aumentando la cuota de la carne vacuna en sus dietas, lo que contrarresta con el reciente cambio hacia carnes más accesibles como el pollo o el cerdo.
A pesar de estos elementos que podrían presionar al alza, existen riesgos y limitaciones claras. Si bien el precio de la carne ha caído en relación a diciembre, todavía está un 6% por sobre el promedio del año previo hasta julio, lo que significa que, en términos comparativos, sigue sin ser accesible. Esto podría reducir la capacidad de resistencia del mercado interno ante nuevas subidas del precio.
Fuente: El Cordillerano.